México se encuentra convulsionado por la violencia como nunca antes en su historia reciente. Los asesinatos dolosos, principal resultante del crimen organizado sumaron 64 mil a septiembre del presente año, en un acumulado en 21 meses del sexenio de López Obrador, según cálculos del Inegi.
En cuanto al número de desaparecidos, tenemos en México 61 mil 637 hasta el 31 de diciembre de 2019. Estos son los muertos del sexenio lopezobradorista le guste o no, aplicando el conteo riguroso, objetivo y crudo que se ha venido aplicando a todos los presidentes de la república, justo como se hizo con sus antecesores Peña Nieto y Calderón.
Bañado en sangre se encuentra el país, donde madres y padres de familias buscan desesperadamente a sus hijos, o los hijos buscan a sus progenitores con sus rostros invadidos por la tristeza y desesperanza y así, por semanas, meses incluso por años, con la esperanza de darles el último adiós.
Esto es una injusticia que no debería de ocurrir, sin embargo, en los primeros 13 meses del gobierno de López Obrador desaparecieron cinco mil 184 personas, según datos de la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación (Segob), Karla Quintana.
Ante este panorama tan desalentador, el presidente solo sabe curarse en salud y decir que las cosas van "requetebién&rdquo, que se toman las decisiones más acertadas e inteligentes y justifica los elevados números de muertos del sexenio del que ya ha consumido dos años de la manera más miserable en números rojos, y continúa con la cantaleta de echar la culpa a los gobiernos anteriores, a la mafia el poder y a quien se le ocurra en el momento, pero nunca reconoce los altos índices de criminalidad.
O se va por la tangente recurriendo al autoelogio, diciendo que en su estrategia anticrimen van muy avanzados, ignorando el elemental principio de que alabanza en boca propia es vituperio, o simplemente trata de evadir el tema de no hablar ni siquiera como un gesto de humildad, aunque sea para dar las condolencias a los familiares afectados por este clima de violencia.
Pero en estos dos años de gobierno perdidos por López Obrador, lo quiera o no, le ha golpeado en la cara que es un mal gobernante, que sus decisiones son erróneas y tienen sumido al país al borde del colapso, que la inseguridad creciente está lastimando a cientos de familias y que no existe un plan contundente que pueda parar la violencia.
Y el colmo: López Obrador ordenó a la Guardia Nacional respeto hacia los jefes sicarios del narcotráfico, aludiendo que ellos también tienen derechos, ordenó la liberación del hijo del Chapo Guzmán y en contraste se muestra molesto, renuente y ataca incluso a quienes se manifiestan por los feminicidos y descalifica su lucha, incluso llegó a afirmar que el 90% de las llamadas de auxilio son falsas y le negó audiencia a manifestantes que le exigían resultados con su política anticrimen.
Y al contrario, con el afán de distraer a los mexicanos de sus fracasos ofrece distractores como la rifa del avión presidencial sin avión, el caso Lozoya y ante los videos exhibidos por los actos de corrupción de su hermano Pío trató de desviar la atención con sus consultas patito para enjuiciar a expresidentes, un total circo que da pena.
Los muertos y desaparecidos de AMLO son una inaceptable realidad que aunque trate de esconder esta salta, debido a su incompetencia como mandatario, que lo perseguirá por siempre a donde quiera que vaya, y ante este clima de inseguridad y de violencia al señor solo se ocurre nombrar a Rosa Icela Rodríguez como secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, la máxima responsabilidad en México en temas de seguridad, tras la renuncia de Alfonso Durazo.
Esta señora tiene su formación profesional como periodista, fue coordinadora de Comunicación Social de la Asamblea Legislativa de la CDMX hasta el año 2000. Después trabajó con el entonces jefe de Gobierno de la capital, Andrés Manuel López Obrador. Entre 2012 y 2018 fue secretaria de Desarrollo Social y después de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades. Con la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, Rosa Icela Rodríguez fue nombrada secretaria de Gobierno.
Actualmente se desempeñaba como Coordinadora General de Puertos y Marina Mercante en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por lo que está muy lejos de haber tenido una formación en temas de seguridad o inteligencia policial, ni siquiera en procuración de justicia. Y ahora es la máxima responsable de la paz de los mexicanos.
Tal pareciera que los nombramientos a cargos importantes en este sexenio están más relacionados a una cuota y estrategia de marketing que a un certeza real sobre las capacidades de los funcionarios, algo que es sumamente grave.
López Obrador, cuya característica más acentuada es la tozudez ha nombrado a una figura pública, a una operadora política que sin duda obedecerá al presidente con lealtad a ciegas, justamente como le gusta al señor, y no se opondrá a sus decisiones, más que "es muy discreta” como lo reconoció el propio López, que a una verdadera funcionaria que lleve al país hacia la pacificación, el tiempo es sabio y nos dará la razón.
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